Asturias tradicional

Asturias conserva intacta la huella de su pasado, como impresa en su esencia. Por eso no es extraño encontrar personas y lugares que miman los oficios tradicionales, hasta el punto de disfrutar inmensamente con ellos y hacer posible que tú también lo hagas.


Los denominados como oficios tradicionales son una fuente constante de inspiración y una parcela reservada al más fascinante de los viajes: el que te transporta no solo en el espacio, sino también en el tiempo; el que te enamora con los paisajes pero también con los paisanajes.

En el occidente de Asturias se mantiene viva esta tradición y es posible contemplar en directo con sus telares a Inés en Taramundi o a Irene en Santa Eulalia de Oscos. Ambas son expertas en el manejo del telar, y alguno de los que utilizan para sus creaciones es bastante antiguo, ya que está datado en el siglo XVIII.

Los materiales puramente naturales como la lana, la seda, el algodón o el lino inundan estos telares, de los que surgen creaciones que a menudo combinan la técnica tradicional con la creatividad contemporánea. Por eso hoy en día los telares son auténticas factorías creativas de las que surgen camisas, chales, bufandas, colchas, tapices, etc.

Te darás cuenta que el telar te permite disfrutar de la calma y paciencia infinita de las artesanas, al tiempo que observas una técnica de antaño y te sorprende el caudal creativo de las artesanas.

Una de las grandes “estrellas” del mundo de los oficios tradicionales en Asturias son las navajas, cuya elaboración tiene amplísima tradición en el Paraíso Natural, y por supuesto tiene denominación de origen, que no es ni más ni menos que Taramundi.

Por todo el occidente de Asturias abundan todavía hoy mazos y “ferrerías”, donde ejercieron y aún ejercen en la actualidad su maestría con el hierro los “ferreiros”.

Ferrería de Mazonovo (Santa Eulalia de Oscos)

Lugares como El Mazonovo, en Santa Eulalia de Oscos, u Os Teixóis, en Taramundi, son idóneos para ver en funcionamiento una “ferrería” como hace siglos. Verás cómo los ingenios hidráulicos fueron clave para que la mítica combinación de aire, agua, hierro y fuego permitiese desarrollar todo tipo de artilugios para la vida cotidiana.

El mundo de antaño no se entiende sin los "ferreiros", verdaderos arquitectos del hierro. Además las propias “ferrerías”, por las aldeas en las que están ubicadas, en entornos siempre idílicos, muy verdes, con ríos y arroyos allí mismo, con bosques cercanos, con arquitectura tradicional de la mejor calidad… tienen un encanto indiscutible que te cautivará.

Los "ferreiros" son verdaderamente uno de los grandes ejemplos de oficios tradicionales en Asturias.

El occidente de Asturias es tierra “tixileira” o “cunqueira”, y más concretamente la zona de Degaña, con los pueblos de Trabáu y El Corralín, e Ibias, con el Bao y Sisterna.

De esta vieja tradición de tornería para fabricar todo tipo de piezas para la vida cotidiana - cocina, matanza, costura, carretería, etc. – aún quedan algunos testimonios, especialmente en Degaña, como en el caso de La Guarida del Cunqueiro, donde podrás meterte en la piel de un verdadero “tixileiro”.

Curiosa historia la de los “tixileiros” o “cunqueiros”, que además tuvieron su propia jerga, para comunicarse entre ellos sin que pudieran entenderlos los demás. Con las piezas acabadas acudían a mercados y fiestas por todo el occidente de Asturias a vender, y además de llevar las piezas, a veces llevaban el torno y la herramienta para aprovechar el viaje de vuelta e ir realizando los encargos.

Hoy aquellas piezas están realmente cotizadas, y es frecuente encontrarlas en los anticuarios o en los museos etnográficos.

Los cestos han formado parte de la vida rural desde tiempo inmemorial y han tenido usos variados tanto en la casa como en el campo.  En realidad hasta no hace muchola vida en la aldea era inconcebible sin los “cesteiros” y su obra.

Las maderas y sus virutas, junto a la maestría del artesano madreñero, esculpen el calzado asturiano y rural por antonomasia: las madreñas, también llamadas galochas en “fala” (asturiano del occidente de Asturias).

Cuánta vida han dado y dan las madreñas en las aldeas, donde todavía actualmente se usan para las tareas domésticas y del campo, y para aislar los pies de las humedades. Además están hechas con mimo artístico, con diferentes símbolos tallados y distintos matices de color según el tipo de madera y su acabado.

En Asturias el negro es un color totémico desde el principio de los tiempos, y es que la riqueza mineral de esta tierra de subsuelo prodigioso a menudo tiene ese color.

El azabache es un auténtico oro negro de la corteza terrestre asturiana, y es que este material fósil de origen vegetal que se localiza en muy pocos puntos del planeta, aflora en Asturias, concretamente en la zona de la “mariña” de Villaviciosa. Estos afloramientos, cuyo sustrato geológico se forja en el período jurásico, hacen que el azabache asturiano tenga la consideración de ser uno de los mejores del mundo.

Cangas del Narcea es un territorio donde lo ancestral viene a ti. Las viejas tradiciones se mantienen a veces gracias al esfuerzo y la constancia de unos pocos. Este es el caso de la familia de Jesús Rodríguez, la única que sigue elaborando cerámica negra en L.lamas del Mouru.

La sidra asturiana es una de las bebidas con más historia que te puedas encontrar. Ya en la antigüedad existen referencias por parte del geógrafo griego Estrabón, y desde entonces hasta hoy el camino recorrido es amplio y mucha la sabiduría acumulada, para hacer del zumo de manzana una auténtica delicia para el paladar y para el espíritu.

Pues bien, una vivencia inolvidable es que contemples todo el proceso artesanal de elaboración de la sidra desde que la manzana está en la pomarada (plantación de manzanos), hasta el llagar (lugar donde se produce la sidra). Y por supuesto, como colofón, tendrás que degustar la sidra. En diferentes lugares de Asturias puedes vivir esta experiencia absolutamente recomendable.

Pocas sustancias tan asturianas laten en el aire como los sones de una gaita. Este instrumento es a la música lo que la sidra a la bebida, a la gastronomía y a la fiesta. Es más, gaita y sidra son un binomio ineludible de la cultura asturiana, en la que prima la exaltación de la amistad, el gusto por el arte y el sentido del humor.

Con este panorama, te puedes imaginar que los luthieres o fabricantes de gaitas atesoran la sabiduría de siglos para construir artesanalmente un instrumento que tiene una enorme complejidad técnica y que es absolutamente delicado tanto en su concepción como en su mantenimiento y conservación.

Es realmente apasionante observar como el luthier, con total mimo y calma, va elaborando cada pieza y ensamblando todo de manera armónica, para que después los maestros gaiteros hagan sonar con virtuosismo el sonido siempre envolvente y mágico de la gaita asturiana.


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