Haiku y haiga


Los haikus son poemas muy cortos, tienen solo tres versos y normalmente hablan de temas relacionados con la naturaleza o la vida cotidiana que pasa en un lugar y un momento muy concreto. Por ejemplo, cuando pasa una estrella fugaz en el cielo, cuando cae la primera hoja de un árbol o cuando llueve sobre un río.


Son de origen japonés, pero son tan populares que muchos otros poetas los han adaptado y escrito, como el poeta mexicano Octavio Paz. Algunos poetas muy importantes empezaron a escribir haikus cuando eran niños, como la escritora Chiyo-ni, que escribió sus primeros haikus cuando tenía 7 años. Cuando cumplió los 17 años ya era famosa en todo Japón por sus poemas.


El rasgo más distintivo de un haiku es su forma: se escriben en tres versos sin rima, de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Esta métrica es flexible: nada nos impide escribir haikus que tengan un número de sílabas ligeramente distinto.

De hecho, los haikus, en japonés, no se escriben en 17 sílabas, sino en 17 moras. La mora es una unidad fonética algo más breve que la sílaba (17 moras equivaldrían, de media, a unas 14 o 15 sílabas). Esto nos da plena licencia para escribir haikus con alguna sílaba menos de las 17 habituales.



En un haiku el haijin transmite la emoción que ha sentido al contemplar algo. Es aquí donde el haiku deja de ser un texto meramente descriptivo para convertirse en poesía. La impresión transmitida puede ser una de belleza, de armonía, de serenidad, de fugacidad, de melancolía... A menudo, la escena mostrada remitirá a un significado universal.


El haiga es la pintura que acompaña al haiku, pintura que por lo general la hacía o hace el mismo escritor. Esta pintura tiene su cualidad en presentar mucha sencillez, elemento que también es característico del haiku y otros tipos de poesía japonesa.





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